oy escribí para el blog “Gran Angular” un artículo lleno demalabarismo (a mí me pareció estar jugando) verbales sobre los indignados. Lo hice a partir de un acto al que fui ayer, la presentación de “El puño invisible”, un ensayo de Carlos Granés, ayudante de la Cátedra Vargas Llosa, sobre las vanguardias artísticas del siglo XX. Leí el libro y me entusiasmó, y Carlos Granés, además, ayer en el acto público del bautismo de su libro estuvo brillante y muy convincente. Escribí el artículo y lo envié a publicar en el blob, pero como no manejo muy bien todavía la sintaxis endiablada de la más alta tecnología que, sin embargo,to todos los días, ha debido perdérsele por ahí, en el limbo laberíntico de los disparates. En el limbo, en el laberinto tecnológico. Prometo volver sobre el asunto, con hincapié en los indignados, en Marcuse, en Hessel, Marx y todos los demás profetas de la revolución pendiente en cuanto me dé pie este bicho tan feliz y falaz del iPad a pensar quer definitivamente el artículo se perdió para siempre en el purgatorio de los perdidos. Por otro lado, a mí, en mi revuelto ordenador, me sale que está publicado el dichoso comentario, mientras cuando voy al blog no aparece. Hago alusión a este trastorno porque lo es. Cuando aprietas un botón que no es el adecuado, pasas a través del espejo y no sabes a qué futuro te ha conducido tu error, pero estás ya en otro mundo que a lo peor no tiene vuelta atrás. Ustedes me comprenden, a pesar de mis galimatías, porque alguna que otra vez han sufrido el mismo percance por el que han tenido, digo yo, que pedir perdón. Lo hago ahora y lo dejo todo aplazado a ese futuro, a que aparezca solo el artículo o a que, en un acto heroico, algunos de mis amigos, algún Harry Potter de la tecnología, lo rescate del silencio donde parece estar metido hasta ahora, que escribo estas líneas contenidas, con la esperanza de que pronto, amigos y enemigos (que son los que leen comentarios de Gran Angular), puedan accdeder a ese texto. Gracias y perdón de nuevo
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Cursó sus estudios primarios y secundarios con los jesuitas, en su ciudad natal y se licenció en Filología Clásica en la Universidad Complutense de Madrid en 1968. Entre 1974 y 1978 viaja y cambia repetidamente de residencia y desde 1978 se asienta en Madrid. Ejerce múltiples y variadas actividades, literarias y periodísticas, como colaborador en medios de prensa y televisión españoles. Entre 1974 y 1978 publica sus primeras novelas "El camaleón sobre la alfombra" - Premio Benito Pérez Galdos 1975, "Estado de coma" y "Calima" donde se descubre su primer universo literario. Luego con "Las naves quemadas" y "El árbol del bien y del mal" creó el imaginario de Salbago. En 1998 obtuvo el Premio González-Ruano de Periodismo y, desde ese mismo año, está en posesión de la Orden de Miranda. En la actualidad es director de la Cátedra Vargas Llosa.
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